Cada vecino del pueblo
tiene que ser muy sincero,
y decir: “lo que yo quiero,
es no crear más confusiones;
ni romper las relaciones
por un “trozo” de terreno”.
Nadie debe de forzar
para firmar - si conviene-
porque si tiene, quien tiene,
es porque alguien se lo ha dado;
más el que no tiene un prado;
sabe lo que le conviene.
Todo el pueblo goza de algo,
sin tener un testamento;
y por eso yo lamento
que se rompan relaciones,
y sufren los corazones,
por unos años.¡Lo siento!
Hay que botar en secreto,
y jamás hacer presiones,
porque eso, no son razones,
y el infierno se hace grande,
y muchos ya tienen hambre
por unir los corazones.
Esos terrenos preciosos
que todos miran al mar,
van llorar y lamentar
que los “cerque” el extranjero,
y yo maldigo el dinero,
porque esto es de lamentar.
Lo que hoy se vende por cuatro,
mañana valdrá trescientos;
pero no valdrán lamentos,
y vuestros hijos y nietos
se tienen que quedar quietos,
sufriendo dichos eventos.
¡Soy libre para vender!
¡Yo soy libre para amar!
y a ti te van preguntar:
¿Por cuánto quieres venderte?
¡Sabes que quiero quererte;
más no te puedo comprar!
San Martín de Podes
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