viernes, 5 de agosto de 2011

SIEMPRE HABRÁ PENAS

      Que nadie me hable de penas,
porque ya tengo bastantes,
y hasta me vienen sudores
de tanto tomar calmantes.
¿Practicamos el olvido?
No, queridos caminantes.

      La experiencia en esta vida,
nos enseña con paciencia,
que la madre de la ciencia
es el saber gobernar,
pedir poco; pero dar,
si obra bien nuestra conciencia.

      Nacemos ya dando gritos
y hay caricias y esperanza,
cuando al salir de la panza,
-allí donde Dios nos hizo-;
y luego llega el bautizo,
para vivir con templanza.

     Nada más dar unos pasos
ya damos el tropezón;
pero esto no es la razón
de llevar tantos tropiezos,
es que llegamos a viejos
ya con muy poca ilusión.

      Y van pasando los días,
semanas, meses y años,
y ya sufres desengaños,
porque al empezar andar,
sigues con el caminar
igual que hacen los rebaños.

      Luego te meten las letras
a sangre, correa y palos,
y así vas tomando tragos,
porque la vida es dolor;
lo digo sin un rencor;
pero lo explico bien claro.

      Por el invierno hay frío,
por la falta de calor,
y aquí ya sientes dolor
cuando ya estás en pañales
y lloramos a raudales.
Son lágrimas de clamor.


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